El Amazonas en crisis: Sequía, cambio climático y su impacto en las comunidades indígenas y Bogotá
Por Segio Martínez
La Amazonía, el corazón verde de nuestro planeta, enfrenta una de las crisis más graves de su historia reciente. La sequía que afecta al río Amazonas no solo está modificando el paisaje de la selva tropical más grande del mundo, sino que está alterando las vidas de las comunidades indígenas que dependen de sus aguas. Mi último viaje a Leticia me dejó una profunda sensación de alarma, al ver cómo el río, que solía ser imponente y caudaloso, se ha reducido a niveles nunca antes vistos.
Este viaje, parte del proyecto Buenvivir de las Comunidades y Sostenibilidad de la Amazonía, apoyado por Misereor, una organización de cooperación alemana, tenía como objetivo continuar con el trabajo de FUCAI para apoyar a las comunidades indígenas en la gestión sostenible de sus recursos, el saneamiento del territorio y el fortalecimiento de la guardia indígena, que busca garantizar la soberanía alimentaria y el control territorial. Sin embargo, lo que encontré en esta ocasión fue diferente a todo lo que había visto antes en los dieciocho años que llevo en la región.
La sequía en el Amazonas: Un panorama desolador
Al llegar al puerto de Leticia, la escena fue desconcertante. Las balsas que en esta época del año normalmente están amarradas cerca del muelle, listas para transportar mercancías y personas por el río, ahora estaban a más de dos kilómetros de distancia. La tierra seca y agrietada que se extendía entre el puerto y el río me dejó sin palabras. El río Amazonas, que siempre había sido un gigante indomable, ahora estaba reducido a una fracción de su tamaño habitual. El río había descendido más de siete metros en algunos tramos, según datos del Servicio Geológico de Brasil, el punto más bajo registrado desde 1967.
Pero el Amazonas no es el único afectado. El río Negro, otro de los principales afluentes del Amazonas, alcanzó su nivel más bajo en 122 años. La sequía no es un fenómeno nuevo en la Amazonía, pero lo que está sucediendo ahora es inédito. Las comunidades que dependen del río para su movilidad y sustento se encuentran en una situación crítica. Los botes que solían navegar con facilidad hacia destinos como Puerto Nariño ahora deben sortear bancos de arena y trazar nuevas rutas para evitar encallar.
La sequía ha paralizado el Amazonas, una superautopista vital para el transporte y comercio en una de las regiones más remotas del planeta. Lo que antes era un paisaje dominado por las aguas, ahora se ha transformado en una vasta extensión de tierra seca. La crisis no muestra signos de remitir.
La deforestación y el cambio climático: Causas profundas de la crisis
El problema no es solo la falta de lluvia. Los científicos han advertido que la deforestación masiva, impulsada por la agricultura, la ganadería y la minería, está afectando el equilibrio natural de la región. Cada año, miles de hectáreas de bosque amazónico son taladas para convertirlas en tierras de cultivo o pastizales. Este proceso no solo destruye la biodiversidad, sino que también reduce la capacidad del ecosistema para generar sus propias lluvias, exacerbando la sequía.
La Amazonía actúa como una esponja climática. Los árboles juegan un papel crucial en la regulación del ciclo del agua y la humedad atmosférica. A medida que se pierden estos bosques, las lluvias se vuelven menos frecuentes y los ríos comienzan a secarse. Los expertos temen que lo que estamos viendo ahora sea solo el principio de una crisis climática de largo plazo en la región. Se habla de que este podría ser uno de los mejores años de los próximos cincuenta, lo cual, lejos de ser un alivio, es una advertencia de que lo peor está por venir.
El Lago Tarapoto: Un ecosistema en peligro
Decidí aprovechar mi tiempo en la región para visitar el Lago Tarapoto, un lugar clave en nuestros proyectos de capacitación con la guardia indígena. Este lago, que forma parte de la zona RAMSAR de humedales protegidos, es un ecosistema crucial para la biodiversidad de la región. Nuestro objetivo era coordinar dos talleres: uno sobre primeros auxilios y otro sobre comunicaciones para las 41 comunidades indígenas ubicadas a lo largo del río Amazonas.
Sin embargo, lo que vi en el Lago Tarapoto fue desolador. El río Loretoyacu, que solía tener un caudal de 50 a 80 metros de ancho, ahora apenas alcanzaba los 10 metros. Parecía más un arroyo que un río. Para llegar al lago, tuvimos que abandonar nuestro bote en un punto llamado Zancudo y caminar 20 minutos por tierra seca, ya que la entrada al lago estaba completamente desprovista de agua.
El lago, desconectado del Amazonas, seguía descendiendo incluso mientras el nivel del río subía levemente en otros tramos. Las comunidades locales intentaban adaptarse, pero lo que enfrentaban no era una simple sequía estacional. Las aguas que alguna vez fluían libremente ahora estaban atrapadas en un ciclo seco y alarmante.
La conexión entre la Amazonía y Bogotá: El impacto en los embalses
Lo que sucede en la Amazonía no se limita a esta región remota. Las consecuencias de la sequía también están llegando a las grandes ciudades, incluida Bogotá. En la capital colombiana, los embalses que abastecen de agua a más de 12 millones de personas están en niveles críticos. El sistema de Chingaza, que suministra la mayor parte del agua a la ciudad, se encuentra al 43% de su capacidad. La relación entre la Amazonía y Bogotá es más profunda de lo que muchos piensan.
Cerca del 60% de las lluvias que recargan el páramo de Chingaza, y por lo tanto los embalses de Bogotá, provienen de la Amazonía. Si la selva sigue secándose, Bogotá también corre el riesgo de quedarse sin agua. Y no solo eso: la capital depende en su mayoría de hidroeléctricas para su suministro energético. Con los embalses en niveles bajos, también se habla de un posible racionamiento de energía.
Lo que antes eran conversaciones abstractas sobre el cambio climático ahora se han convertido en realidades cotidianas. Las autoridades de Bogotá ya hablan de racionamiento de agua y energía de una manera más habitual de lo que yo haya conocido en años anteriores. La conexión entre la selva amazónica y los andes es innegable, y las consecuencias del cambio climático son cada vez más evidentes.
La COP 16 en Cali: Buscando soluciones globales
Con esta urgencia en mente, viajé a Cali para asistir a la COP 16, un foro internacional donde los gobiernos y la sociedad civil discuten cómo enfrentar el cambio climático y frenar la deforestación en la Amazonía. Desde FUCAI, sabemos que la solución no puede esperar más. Las comunidades indígenas que dependen de la selva para su supervivencia están en riesgo, y las grandes ciudades como Bogotá enfrentan desafíos relacionados con el agua y la energía que no pueden ser ignorados.
En la COP 16, las discusiones son intensas. Los gobiernos presentan promesas y compromisos, pero lo que necesitamos son acciones concretas y que se cumplan los aciertos, pactos y tratados para detener el cambio climático, se requieren acuerdos vinculantes que puedan ser evaluados y monitoreados. Desde FUCAI, seguimos comprometidos con nuestra misión de frenar la deforestación, proteger la biodiversidad de la Amazonía y garantizar el buen vivir de las comunidades indígenas. Sabemos que no podemos hacerlo solos, que somos una parte del movimiento ambiental por la vida pero cada paso que damos contribuye a un futuro más sostenible para la región.