Trazando camino y sembrando vida en Fucai

Escrito por: Oriana Ramírez

 A veces la vida teje y construye caminos con rumbos mágicos. Ese fue el trayecto que me trajo a Fucai. Pudo ser casualidad, pero aquí estoy y me gusta -estar-.

Quisiera que vivieran la experiencia conmigo de lo que ha significado cada día de aprendizajes y retos desde que soy parte del equipo. Pero por supuesto que no me detendré en los detalles que reúnen una vinculación laboral formal, como la firma de un contrato, el hacerse exámenes médicos y familiarizarse con un montón de documentos que fueron nuevos para mí.

A una cuadra de la Caracas con calle 53, frente a una tienda de dulces y postres hay una reja negra que custodia la oficina de FUCAI, el ascensor te lleva al tercer piso donde una foto gigante te recibe y te da la bienvenida. En la entrada me recibió Jennifer y a su derecha hay un escaparate que guarda ciertos elementos que hacen parte de la tienda, con muchos colores y texturas se pueden ver mochilas Wayuú, sacos tejidos, monederos y otros tejidos realizados por mujeres tejedoras de la Guajira. Parte de los estantes también son frascos de vidrio que guardan achiote, flor de Jamaica, jengibre, moringa, cúrcuma y otra variedad. 

La visita integró un recorrido por toda la oficina y por supuesto conocer a quienes serían mis nuevos compañeros de trabajo, memorizando sus nombres y llevando conmigo la información hasta el martes que comenzaba oficialmente. En mi bolso se coló un libro que Sergio me prestó como bienvenida y el fin de semana me sumergí en la lectura que me conectó directamente con el Amazonas.

Foto 1. Una de las vistas de la oficina.

La mañana del martes tuve mi primer acercamiento a los proyectos y a las labores de la fundación. Mi maestro fue Adán, coordinador de uno de los proyectos en la Amazonía, quien había llegado de realizar la actividad del Primer Festival de Juegos Tradicionales del Trapecio Amazónico en Lomalinda. El ejercicio de familiarizarme con el proyecto incluyó el asunto burocrático pero mucho más la historia que hubo tras esa experiencia. 

Los siguientes días, que seguí llamando como “primer día”, pues me llevaba a casa un aprendizaje nuevo diferente; recorrí la oficina por una semana reconociendo este como un espacio nuevo y mío que incluía una nueva rutina. Rutina que pasados los días se hizo mucho más amable y pude transitar con más comodidad.

Al inicio pensé que mi trabajo era uno en particular, luego entendí la horizontalidad que tiene FUCAI. Todos apagamos incendios y aprendemos de cada llama que se enciende, así que puedo pasar de estar en un lado a otro, como cuando terminé de entregar un documento y luego estaba apoyando la elección del color de los hilos que llevarían unas manillas y llaveros. Empezaban los retos y cada vez la lista de actividades que apuntaba en mi cuaderno crecía.

Para mí ha sido nueva cada cosa, pero sobre todo el acercarme a la vida y a la protección de la misma. Uno de los ejercicios que materializó mis reflexiones fue el cultivo de plantas que hay en la oficina, donde sembré una semilla que dará vida. Y así es como veo mi transición en FUCAI, está germinando una semilla para el mundo y que estará en defensa de este. Que su raíz se fortalece ayudando a otros y a través de esos otros. Y que cada hoja está compuesta por aprendizajes, experiencias e historias.  

Diría que mi primer reto y aprendizaje grande fue la visita que recibimos de los compañeros del Amazonas, quienes vinieron para una capacitación como equipo en territorio. Trabajar en la planeación de las actividades, organización de documentos y presupuesto no fue tan divertido como su llegada y estadía. Al compartir con ellos y escucharles me hizo querer lo que empezaba a hacer y no puedo esperar que al ir a campo mi aventura se llene de muchos más aprendizajes y pueda contar tantas historias como las que escucho todos los días a la hora del almuerzo que compartimos.

La sumatoria de estos pequeños aprendizajes que comienzo a transitar como persona y profesional han sido memorables sin duda. Me siento muy agradecida con FUCAI por confiar en mí y aceptarme en su equipo de trabajo. En una de las actividades comenté que me sentía abrazada, quizás no profundicé. Me he sentido abrazada por este proceso y por esta labor.

Gracias al equipo de Fucai, tanto quienes comparten conmigo el mismo piso de un edificio de Bogotá como a quienes están en los territorios, gracias a cada persona que hace de esta experiencia un aprendizaje amable. Espero que este camino que empiezo a tejer con ustedes les llene de ideas, fuerza, compañía, y que mi estadía sea tan agradable y provechosa como ha sido su compañía y sabiduría para mí.

Foto 2. Reunión con el PMA y los compañeros de Amazonas.

Imagen 3. Socialización de los planes de vida.

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