La Emperatriz: Resistencia, Educación y Renacimiento del Territorio Nasa
Por: Sergio Martínez
En medio de los paisajes del norte del Cauca, el pueblo Nasa se aferra a su memoria y a la tierra que les pertenece. En La Emperatriz, un territorio marcado por el despojo y el olvido, germina hoy la semilla de la resistencia y el renacimiento, guiada por la educación y la fuerza de una comunidad que no se resigna a desaparecer.
Desde tiempos remotos, los senderos de la historia han sido trazados por quienes se niegan a desaparecer en el olvido. Así es la lucha de la comunidad Nasa del norte del Cauca, que desde 2005 ha unido su futuro con la Hacienda La Emperatriz, un territorio de 200 hectáreas donde el rumor del viento entre los samanes centenarios se entrelaza con el eco de una resistencia tenaz.
La Emperatriz no se reduce a un simple trozo de tierra. Es un testimonio vivo de la confrontación entre la memoria y el poder, entre el diálogo y la imposición. Quien cruza sus límites encuentra cicatrices de una disputa pasada: trincheras ocultas en la maleza, muros en ruinas que evocan pactos incumplidos y promesas gubernamentales que, como hojas secas, parecen desvanecerse con la brisa. Pero la fuerza Nasa no se rinde ante los vientos de la burocracia: se aferra a la tierra como un bejuco que brota entre las grietas del abandono.
Esta hacienda, testimonio de patrimonio y recuperación de memoria, símbolo de resistencia fue un proyecto que la comunidad inició en aras de reconstruir la casa principal. Esto ha sido un símbolo de renacimiento, en donde se emplearon materiales locales como la guadua, la paredes del lugar viaje tras viaje tienen mas murales alusivos a la resistencia del pueblo nasa hechos por artistas locales y por los pasillos cada dia hay mas movimiento de familias, niños y jóvenes que participan en las actividades que se organizan en este predio.
Fue el Tejido de Educación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), quienes soñaron devolver a La Emperatriz su propósito ancestral: constituir un espacio de aprendizaje y de resistencia, donde la sabiduría creciera con la misma persistencia que la vida en el territorio. No bastaba con recuperar el predio; había que revitalizar su espíritu. En esta labor, la Fundación Caminos de Identidad (FUCAI) se unió como aliada de larga data, respaldando un proceso educativo basado en la identidad, la autonomía y el buen vivir del pueblo Nasa.
El primer puente hacia el mundo académico lo tendió FUCAI con la Universidad Antonio Nariño, que pronto se convirtió en un eje articulador, sumando nuevas instituciones a la causa. Gracias a esa iniciativa, la Universidad Veracruzana y la Universidad Católica del Maule se incorporaron, aportando saberes en pedagogía intercultural y metodologías específicas. Fue así como nació una sólida alianza dedicada a fortalecer la educación y el desarrollo integral de La Emperatriz, cuyo primer gran propósito fue concebir un programa universitario para la guardia indígena.
Para los profesores que pisaron por primera vez este territorio, la experiencia fue reveladora. Al atravesar el umbral, se encontraron con frondosos árboles que parecían guardianes antiguos, con la casa principal que resistía el abandono y con trincheras cubiertas de maleza junto a muros derruidos por el paso del tiempo. En sus miradas asomaba una mezcla de asombro y respeto al darse cuenta de que, más que un lugar físico, estaban entrando en la memoria viva de un pueblo que jamás había dejado de luchar. Al convivir con la comunidad, descubrieron la calidez de una gente que, a pesar de las adversidades, ha sabido reconstruirse arraigada en sus valores y su conexión profunda con la tierra.
Así surgió el proyecto para dar forma al Programa Universitario para la Formación de Profesionales en el Cuidado de la Vida. Diseñado en estrecha colaboración con la Guardia Indígena, reconocía la labor fundamental de estos hombres y mujeres en la defensa del territorio, la mediación de conflictos, la protección de la naturaleza y el cuidado de la memoria ancestral. El plan de estudios fusionó el conocimiento tradicional con métodos académicos, buscando no solo brindar herramientas prácticas a los guardias, sino también afianzar su identidad, su autonomía y sus habilidades de liderazgo dentro de sus comunidades.
La Universidad Antonio Nariño desempeñó un papel esencial al definir la estructura curricular y académica ajustándose a las necesidades del territorio y apoyándose en un modelo pedagógico innovador. Paralelamente, la Universidad Veracruzana y la Universidad Católica del Maule aportaron visiones interculturales y metodologías que enriquecieron la propuesta. En la actualidad, el currículo se encuentra en proceso de evaluación, con la meta de ofrecer un espacio de formación que promueva de manera efectiva el buen vivir en la comunidad Nasa.
Los guardias indígenas, siempre en la primera línea de protección del territorio, han sido pieza clave en la consolidación de este espacio. Con su trabajo, han velado por la seguridad de los procesos comunitarios y salvaguardado los valores ancestrales que dan sentido al camino de su pueblo. Además, las familias del resguardo han sostenido el esfuerzo, dedicándose a la producción agroecológica, a la reconstrucción de la hacienda y a la creación de un lugar que no solo les pertenece, sino que forma parte del legado a las generaciones futuras.
Concluida esta primera etapa, empezó una nueva fase en donde la Universidad Antonio Nariño estableció nuevos lazos con la Universidad San Martín de Cali y la UCEVA, coordinando encuentros entre agricultores y expertos para intercambiar saberes y estrategias de producción que abarca la intervención de tres hectáreas en el territorio de La Emperatriz. El proyecto busca implantar un modelo de manejo silvopastoril, recuperar el valor del tul —la parcela sagrada que reúne más de 30 cultivos distintos— y fortalecer las capacidades productivas de las familias que ya se dedican a la crianza de animales y el cultivo de alimentos.
Para apoyar la planificación se han tomado muestras de suelo y agua, permitiendo conocer su composición y calidad. Esta labor se realizó a través de un diagnóstico participativo, en el que la comunidad identificó el potencial del terreno y soñó con un uso sustentable de sus recursos. Tras estos hallazgos, se trazó una planificación estratégica que refleja la visión colectiva de cómo evolucionará La Emperatriz a lo largo del tiempo, y se afianza con los principios de autonomía, soberanía alimentaria y protección del entorno natural.
Dentro de este panorama, el último taller realizado se enfocó en robustecer las capacidades productivas de las familias del resguardo. Durante el encuentro, se intercambiaron conocimientos sobre mejoras en la fertilidad de los suelos, ganadería, piscicultura y cría de pollos y gallinas, impulsando prácticas amigables con el medio ambiente que fortalezcan la soberanía alimentaria y la independencia económica de la comunidad. Asimismo, se realizaron visitas a fincas demostrativas de la región que han adoptado modelos que han adaptado a la zona y han tenido un impacto positivo sobre el ecosistema y la economía familiar, con el objetivo de no promover recetas sino principios que puedan contribuir a la apropiación de prácticas y a la motivación de las familias participantes. Este espacio de aprendizaje también revitalizó el tejido comunitario, afianzando el compromiso colectivo con la recuperación territorial y el bienestar de las familias Nasa.
De cara al futuro, el proceso contempla la reforestación de la microcuenca hídrica, con miras a asegurar la sostenibilidad de las fuentes de agua para la comunidad. También se planea sembrar forraje para animales, apuntalando la autosuficiencia productiva de las familias. Además, se proyecta afianzar la colaboración con las universidades, consolidando programas continuos e itinerantes que fortalezcan el lazo entre la academia y el territorio. La educación seguirá siendo el gran eje de transformación social y de autonomía para el pueblo Nasa.
Aunque el camino ha sido largo y pausado, cada pequeño paso representa un grito de esperanza en una región donde la memoria ha sido acallada demasiadas veces. Ver florecer de nuevo La Emperatriz no solo enaltece a los Nasa, sino que enciende una chispa de optimismo para toda una zona que ha permanecido al margen de la mirada oficial. La lucha continúa, pero cada semilla que brota hace más cercano el horizonte en el que la comunidad y la tierra vuelven a latir juntas.
Colaboradores académicos: Alejandra Cruz, Edwin Gonzalez, Ivan Ávila, Miguel Gonzalez, Ángel Salazar, Ximena Cuadra, Alejandro Malaver, Mónica Martínez, Miguel Ángel Salas, Lucho Acosta, entre otros especialistas de las universidades aliadas, han contribuido con su conocimiento y experiencia en diversas áreas del proyecto, fortaleciendo el desarrollo de estrategias sostenibles e interculturales en La Emperatriz.