Selva que Enseña, Pueblos que Sanan: Crónica del Buen Vivir en Tiempos de Crisis

Por: Ruth Chaparro

Directora ejecutiva Fucai

ruth.chaparro@fucaicolombia.org

Puerto Maldonado amanecía como un rumor profundo entre el canto de las aves y la bruma que se colaba sigilosa por las copas de los árboles. Allí, donde el sol tarda en desperezarse por respeto a la selva, se dio cita una multitud de sueños. Convocados por el eje de Justicia socioambiental de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), guardianes de la esperanza y tejedores del porvenir amazónico cruzaron ríos y fronteras desde Brasil, Bolivia y Perú para compartir un lenguaje ancestral: el de la vida que resiste.

Era el Tercer Encuentro de Experiencias que enfrentan la crisis climática con Soluciones Basadas en la Naturaleza, un verdadero realismo mágico amazónico, donde la ciencia y el alma se daban la mano entre saberes ancestrales y diagnósticos técnicos: anemia, desnutrición, obesidad, inseguridad alimentaria y la más letal de las epidemias, la pérdida del sentido de pertenencia a la Tierra.

Como en las novelas de Macondo, aquí no había un protagonista único. Cada rostro traía una historia que cabía en los anillos de los árboles.

Desde Cobija, Pando, llegó la palabra "Florestanía", una utopía hecha tierra que combina floresta y ciudadanía. Fundada en 2015, esta organización sin fines de lucro trabaja en la restauración ecológica de zonas degradadas y en la formación ambiental con un enfoque profundamente regenerativo. “Aquí la selva es sujeto, no recurso”, dijo con voz dulce Ellen Ferreira, una de sus fundadoras​.

Al otro lado del río, en Puerto Maldonado, Roy Riquelme enseñaba que también se puede conservar cocinando. Su proyecto "Cocinando y Conservando" educa con el fogón encendido, transmitiendo el valor del bosque a través del sabor. Porque quien conoce el gusto de la Amazonía, no la quema, ni la vende​.

En Tambopata, la Cooperativa Agrobosque deshojaba cacao como quien abre un futuro. Desde 2013, esta organización trabaja con familias agricultoras como alternativa a la minería ilegal. Transforman el grano en esperanza y chocolate en dignidad, apostando por sistemas agroforestales que imitan la selva y la regeneran​.

Pero no todo es dulce. Las cifras que se filtraban entre las ponencias eran secas y dolorosas: según la FAO, más del 40% de los niños en zonas amazónicas sufren de anemia, mientras el mercurio de la minería ilegal contamina no solo los ríos, sino los cuerpos de quienes se alimentan de sus peces​.

Desde Brasil, Seringal 3 Irmãos mostraba que plantar bosques puede ser una forma de sanar heridas. Y Dr. Borracha, en una reinvención mágica del caucho, transforma látex en zapatos con alma, desafiando al mercado con creatividad y resiliencia​​.

En una ronda nocturna bajo el cielo estrellado, Luis Tayori, joven indígena Harakbut del emprendimiento Ori’Numba, compartía historias del jaguar y del río, del turismo comunitario como espejo de su cosmovisión. "No queremos turistas, queremos caminantes", dijo con solemnidad, “gente que no venga a ver, sino a comprender”​.

Las historias se entrelazaban como las raíces de la ceiba, nutriéndose unas a otras. La experiencia de Nareuda APAEN, en Bolivia, demuestra que sí es posible producir sin destruir: sistemas agroforestales con café y fariña en tierras de barbecho, sin necesidad de la quema que arrasa con todo​.

La deforestación, sin embargo, sigue galopando con furia: según Global Forest Watch, en 2023 se perdieron 4.1 millones de hectáreas de bosque primario tropical, gran parte en la Amazonía, contradiciendo los compromisos asumidos en las COP y en el Tratado de Cooperación Amazónica​.

Frente a esta urgencia, el encuentro no fue solo un foro, sino una comunidad viva de aprendizaje. Como decían sus organizadores: “todos enseñan, todos aprenden”. Y allí, en ese rincón donde Perú, Brasil y Bolivia se abrazan, se tejió un nuevo pacto: un pacto desde abajo, desde las raíces, donde el Buen Vivir no es una consigna, sino una práctica cotidiana que se defiende con machete y con memoria.

Porque en la Amazonía, como en las novelas del Gabo, el porvenir depende de que recordemos quiénes somos y a quién pertenece verdaderamente la tierra. Y como diría Melquíades, el gitano de Macondo, “las cosas tienen vida propia, sólo es cuestión de despertarles el alma”. Así también la selva.

Y en Puerto Maldonado, en marzo de 2025, la selva habló. Y todos la escucharon.

Para la Fundación Caminos de Identidad FUCAI, es un honor profundo ser parte de esta comunidad de aprendizaje y poder seguir tejiendo, junto a las bases, esos sueños compartidos de un planeta donde los colores, los olores, los sabores y los saberes de la selva amazónica puedan seducir al mundo hacia otras formas de habitar, sin depredar ni olvidar. Conquistar ese sueño de equilibrio y armonía, de justicia y equidad, donde todas las especies del planeta —incluida la humana— puedan convivir y ser felices, superando las múltiples arrogancias, fragmentaciones y cegueras que nos han alejado del pulso esencial de la vida.

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