LA DESNUTRICIÓN EN NIÑOS WAYUU Y LOS PEAJES DE LA ALTA GUAJIRA




Escrito por: Paulo Berty

paulo.berty@fucaicolombia.org

Verificación de cumplimiento sentencia T-302 del 2017.


En lugares estratégicos del territorio ancestral de los wayuu, territorios de sequias, de fronteras, desiertos, ricos en minerales, hidrocarburos y energías renovables, decenas de niños y niñas de la etnia detienen vehículos, motos, coches, para pedirles comida a las personas que vienen de lejos a cambio de permitirles el paso. Son los llamados peajes de niños wayuu o peajes humanos de la Alta Guajira.

Son conocidos como los peajes de los niños wayuu, porque sus actores principales son precisamente los infantes de este milenario pueblo, cuya presencia hace más atractiva y rentable al punto de recaudo, según versión de los propios nativos. “los turistas o alijuna al ver a un niño, niña, mujer embarazada o anciano, se vuelven más generosos con las cuotas o aportes”, indica Jacobo Pana Pushaina, líder crítico wayuu. Es decir, los peajes de los niños wayuu, es la consecuencia del hambre y la desnutrición, por falta de oportunidades e inclusión social.

Los peajes wayuu se establecen a partir del uso de cuerdas, cadenas y alambres eléctricos o de cercas “cachuerras” que atan en dos palos a cada lado de la vía para limitar el paso de automóviles y se objetiva a través del pago de una tasa o contribución en dinero o en especie que puede ser agua, galletas, dulces, café, azúcar y panela.

Esta actividad que no es propia de  los llamados  usos y costumbre de la cultura ancestral guajira, ha venido en crecimiento constante, involucrando cada vez más a familias enteras al proceso, que ven como única fuente real  de ingreso a estas prácticas nefasta de recaudo, con altos riesgos para los niños y niñas del pueblo wayuu, porque al momento del paso y más cuando van  o vienen en caravana el pago en efectivo o  en especie es lanzado o tirado a la orilla por el afán de la marcha de los pasajeros, ocasionando en caso choques o competencia entre los niños por hacerse al recaudo.

La rutina y dinámica ya es marcada, decenas de niños y niñas indígenas de la etnia wayuu corren cuando ven los vehículos para levantar una cuerda e impedirles el paso en las carreteras de su territorio. Hoy los peajes no se pueden entender, como unas simples cuerdas que los wayuu atan en dos palos para permitir el paso de carros en el territorio, sino que hay que mirarlos como una triste realidad de muchas familias con hambre y necesidades básicas insatisfechas que viven  en condiciones extremas de pobrezas, sin ingresos y lo peor, en el olvido total por parte  del Estado  colombiano y en especial de los llamado a ser primeros dolientes, como lo son los alcaldes y mandatarios de turnos en el territorio.

Este es un problema que se ha ampliado a otros problemas y sectores sociales. Cada vez más, las principales vías de  La Guajira son objetos de taponamientos, bloqueos, tomas y vías de hechos frecuentes, por reclamos, demandas  y reivindicaciones sociales, lideradas en su gran mayoría por los llamados lideres  wayuu, algunos ya especializados en estas acciones contra la movilidad vial, que generan de manera constante desgastes permanentes a la administraciones territoriales y a los organismo policivos y militares en el departamento, por la eventual alteración del orden público.

Como fórmula y estrategia de impacto, muchas de las tomas involucran a niños, mujeres embarazadas y personas de la tercera edad, para demandar la atención urgente de las entidades defensoras de derechos humanos.

La vía del tren del proyecto minero Carbones del Cerrejón, merecen capítulo especial en estas tomas, incluyendo obstrucción del corredor ferroviario, con cadáver de niños en la vía, que se ocasionan en su gran mayoría por acciones y reclamos ajenos a la administración y misionalidad social del proyecto, utilizado como caballito de fuerza para forzar todo tipo de atención y reclamo  en el territorio.

Lo cierto es que en los casos citados, en referencia a los peajes de niños wayuu y las vías de hechos en las carreteras y vía del tren, se hace urgente su intervención. En algunos de ellos se hace evidente la instrumentación de los niños y ancianos para captar la atención; lograr el objetivo sin importar los medios.

La desnutrición y muertes de niños en el territorio por factores asociados a la desnutrición persisten. Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Salud, , a la semana epidemiológica No 37 de 2023, La Guajira completa 107 niños menores de cinco años muertos por diferentes enfermedades prevenibles.  Tragedia humanitaria que aún no cuenta con los correctivos prácticos, reales, operativos y efectivos por parte de los mandatarios y dirigentes.

No es por pecar de alarmistas, pero es que en la Guajira, se debió activar la alerta roja desde hace mucho rato, toda vez que la Sentencia T-302 del 2017, lleva más de seis años de incumplimiento y en un reciente boletín oficial de estadísticas de fallecidos se reportan 52 niños muertos menores de cinco años por causas asociadas a la desnutrición.

Esta problemática, no se puede ver como aislada. todo lo contrario, se encuentra ligada a lo que la Corte Constitucional reconoció en La Guajira como el estado de cosas inconstitucional, por la permanente y estructural violación de los derechos fundamentales.

Es indudable que en los “peajes” se encuentran involucrados los niños, más que las niñas que teniendo en cuenta el turno y   por el tiempo que allí se invierte,  se convierte en un espacio  de juego, evidenciando con ello  las existencia de una crisis en la manera en que los wayuu introducen a los niños en el trabajo del hogar, especialmente, en torno del pastoreo, la caza, la limpieza de la zona influencia inmediata, de los corrales y la búsqueda de agua, todo ello tiene que ver con la transculturación y aculturación.

Las acciones que se promueven como reacción a las condiciones sociales y económicas de los hogares de donde proceden los niños, niñas, mujeres en estado de embarazo y los ancianos, deben ir mucho allá de las provisiones casuales que dejan los viajeros en los diferentes puntos de las trochas de la Alta y Media Guajira, conocidos como “peajes” wayuu, por lo que se requieren acciones integrales, por lo tanto, es importante que se determinen programas  concretos para este grupo poblacional  en el marco de la implementación del plan de acción provisional, con metas específicas.

La intervención integral debe llevarse a cabo ampliando la cobertura de los subsidios condicionados a esta población y con servicios educativos completos (incluyendo el PAE) que permita retener a los niños en el sistema educativo compatible con la ampliación de las unidades de atención comunitaria a la niñez – Ucas por parte del ICBF. Los grupos familiares de estos peajes deben ser focalizados en la renta única de $ 500 mil que el gobierno nacional le transferirá a las cabezas de hogares wayuu y que después se vincularán al programa ordinaria de renta ciudadana. El acceso al agua para consumo humano, animal y huertas, inclusión formal en la cadena de turismo a partir de propiciar puntos específicos para mostrar, comprar artesanías y alimentos del mar, como camarón y langostas.

Adicionalmente, desarrollar programas de deportes al interior de los territorios ancestrales que permita usar el tiempo libre en actividades saludables y de bajo riesgo. Paralelo a estas acciones deben se debe propiciar el establecimiento de un manual intercultural o reglamento de convivencia intercultural de los alíjunas entre los wayuu en sus territorios ancestrales, en donde se determinen elementos que permitan una relación armónica con las comunidades.

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