Sueño Wayuu, una Guajira sin sed
Escrito por: Pablo Bertty
pablo.bertty@fucaicolombia.org
Parece que entre los wayuu la historia se repitiera, al considerarse el agua como lo más deseado en los sueños pero que nunca se hace realidad. El acceso a este líquido vital considerado por la ONU como un derecho humano y como derecho fundamental en la constitución política de Colombia, es negado en el territorio semidesértico del norte de La Guajira, en donde las comunidades wayuu han soportado los embates de la escasez de agua.
Es inocultables la baja cobertura, disponibilidad y calidad del agua entre los wayuu, y esta situación se refleja hasta en los mismos sueños, convirtiéndose en una pesadilla de las mujeres, que en noches de sobresaltos, se angustian por ver muy pronto el amanecer y contar revelaciones nocturnas alrededor del fogón rodeado por miembros de su grupo familiar.
Hace algunos días Guillermina Jusayu, le contó a sus hermanas y sobrinas de Eirruko que este año se haría presente un intenso verano en compañía de abejas africanizadas. Los ranchos se llenarán de cuerpos inmóviles las cabras y tórtolas o karachi. “Detrás de los animales vendrá de Yoluja con mas rabia vaciando los corrales wayuu y llenado sus ollas con los huesos”, comentó aterrorizada.
Esa mañana antes de aparecer el sol con toda su fuerza, como buena wayuu sintió la necesidad de enmantarse de rojo y darse un urgente baño con abundante agua fría, ritual que no pudo cumplir, por la falta del preciado líquido en la comunidad, “ya que ni en el jagüey había y el más cercano nos queda a cinco kilómetros. Sin agua no hay vida, hay hambre, no hay siembra y nos acecha la muerte”, indica Jusayu, artesana y labriega del sector de Epitsu, municipio de Uribía, que sufre en carne propia con su familia la falta oportuna en calidad y cantidad del agua, muy a pesar de la existencia de la sentencia T- 320 del 2017 y de las medidas cautelares decretadas por la CIDH.
Pasadas tres semanas del trágico sueño de Guillermina Jusayu, se han registrado dos fallecimientos de niños causados por la desnutrición y dos más en rancherías de parientes cercanos. Ella en su dolor de familia materna sufre y siente que, si en esa madrugada premonitoria hubiese encontrado agua, a lo mejor hubiese salvado sus vidas, y hoy con se lamenta haber sido la portadora de la dura realidad que llegó a su apushii, por falta de agua.
Desde la cosmovisión y practica tradicional de los sueños y en el caso de Guillermina Jusayu, el acceso a agua de manera oportuna, salva vida, “si hubiese encontrado agua en esos momentos emocionalmente me sintiera mejor” , manifiesta en wayunaiki sobre la suerte de eso niños.
“La carencia de vital líquido para los wayuu, es un problema histórico, es un problema de vieja data que hoy por el fenómeno del niño y el mismo cambio climático agrava más la situación y se refleja por ejemplo en la muerte de niños, ante el silencio y omisión de unos gobiernos nefastos para nuestra suerte y la complicidad de un Estado indolente” Carlos Siosi Alarcón, líder y apalanchi wayuu, del municipio de Manaure.
Esta historia no cambia y se repite en los sueños de las mujeres de diferentes rancherías. Sobre el agua que falta entre los wayuu, la Corte Constitucional, afirma que el acceso al agua se relaciona directamente con otros derechos fundamentales, tales como la vida, la salud, la alimentación y la dignidad humana.
Para la Corte, la garantía del derecho al agua potable no se satisface con la mera prestación del servicio, sino que de manera enfática señala, que ésta debe cumplir con al menos tres componentes esenciales: accesibilidad, disponibilidad y calidad.
Vale recordar que para la expedición de la sentencia T-302 de 2017, se pudo constatar la vulneración masiva y generalizada de los derechos fundamentales de los niños y niñas del pueblo wayuu en materia de agua, salud y alimentación, y se declaró un estado de cosas inconstitucional del goce de derechos fundamentales.
Con Guillermina Jusayu son muchos los wayuu que desde La Guajira le hacen un llamado al gobierno nacional, con ocasión de la declaratoria de crisis económica, social y ecológica en La Guajira, sustentada en el decreto 1085 del 2 de julio del 2023, en el sentido de buscar y brindar soluciones de fondo en lo planteado en la Sentencia T 302, que establece el Estado de cosas inconstitucional en La Guajira, donde según el Instituto nacional de Salud a la semana epidemiológica 29 del 2023, se han notificado en el territorio 40 niños muertos por factores asociados a la desnutrición, de los 158 que se contabilizan en la actualidad en el país.
A través de la empresa de servicios públicos de la Guajira, se está trabajando para finalizar el inventario de la infraestructura, y, posteriormente, se priorizarán las intervenciones según las necesidades, por ejemplo, donde haya más casos de enfermedades en niños por mala calidad de agua.
Muy a pesar de estos esfuerzos, se siente la falta de coordinación interinstitucional entre los diferentes niveles del gobierno para una verdadera sincronización, que realmente permita mejorar la precaria oferta de suministro de agua existente en el territorio y rehabilitar pozos, reservorios o jagüeyes, molinos, plantas desalinizadoras y plantas de tratamiento de agua. Además, de desarrollar una estrategia de fortalecimiento comunitario para garantizar la operación continua de estos sistemas y la creación de una cultura del cuidado y sostenibilidad del agua.
Actualmente en el territorio la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en coordinación con el Comando de Ingenieros del Ejército Nacional y líderes wayuu locales, ejecutan la llamada ‘Feria del agua’, con la que se les hará mantenimiento a pozos, jagüeyes y molinos, mecanismo para recolectar el líquido vital en La Guajira.
Pero las mayores expectativas se centran en la ejecución del fallo del Consejo de Estado en donde se ordenó concluir la Represa del Ranchería y se desarrollar las obras faltantes como los distritos de riegos, suministre agua potable a las comunidades; esperando y abrigando la esperanza, que sea la reivindicación a la falta de agua para el wayuu. “Amanecerá y veremos, Adicionalmente, que Maleiwa quiera”, anota Guillermina, quien se retira del fogón para decirle al sobrino, que es hora de coger las pimpinas y la bicicleta para traer el agua gris del jagüey que les queda a 5 kilómetros
Verificación de cumplimiento sentencia T-302 del 2017.